22 Jun, 2025

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Los vegetales de hoja verde como la espinaca, la rúcula o la acelga son ricos en antioxidantes, vitaminas y minerales esenciales. Su alto contenido en clorofila y fibra los convierte en aliados del sistema digestivo, mientras que su aporte en vitamina K es clave para la salud ósea y la coagulación sanguínea. Consumirlos regularmente se asocia con menor riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Los tomates, los pimientos y las zanahorias son vegetales especialmente ricos en betacarotenos y licopeno, dos potentes antioxidantes que ayudan a proteger las células del daño oxidativo. Estos compuestos también favorecen la salud ocular y pueden disminuir el riesgo de algunos tipos de cáncer. Incorporarlos crudos o cocidos en la dieta diaria mejora la absorción de nutrientes esenciales como el hierro.

El brócoli, la coliflor y el repollo, pertenecientes a la familia de las crucíferas, poseen compuestos azufrados que estimulan las enzimas desintoxicantes del hígado. Además, su consumo frecuente se ha relacionado con una menor incidencia de ciertos cánceres, como el de mama y el de próstata. Son vegetales muy recomendados para mantener una dieta antiinflamatoria.

Las legumbres frescas como los guisantes y las habas aportan una gran cantidad de proteínas vegetales, fibra soluble y minerales como el magnesio y el potasio. Estos nutrientes contribuyen a mantener estables los niveles de azúcar en sangre y a reducir la presión arterial. Su inclusión en la dieta ayuda a controlar el peso y mejorar la salud intestinal.

La remolacha, el apio y el pepino destacan por su capacidad hidratante y por sus propiedades depurativas. La remolacha, por ejemplo, mejora la circulación y la oxigenación de los tejidos gracias a sus nitratos naturales. El apio, con su efecto diurético, ayuda a eliminar toxinas, mientras que el pepino es ideal para mantener una piel saludable debido a su alto contenido en agua y sílice.